El ser humano desde su supremacismo tiene interiorizada la idea de que las abejas “dan” miel, las vacas “dan” leche, las gallinas “dan” huevos y las ovejas “dan” lana. El mundo animal existe para nuestro uso y abuso.
Para que las abejas melíferas sean rentables acaban siendo víctimas de manipulación genética, condiciones de vida contranaturales o transporte estresante.
Los invertebrados constituyen el 95% del reino animal. Tienen sistema nervioso, lo que conlleva que sientan dolor, placer, miedo o estrés.
Las abejas no producen miel para que el ser humano disfrute de ella. La miel constituye su alimento, les sirve para inmunizar su hogar de enfermedades, y para crear la estructura de la colmena.
Lo habitual es que se les robe de modo industrial, obligándoles a crear sus colmenas en cajas donde las abejas reinas no pueden huir debido a que habitualmente se les cortan o amputan las alas. También se les marca con pintura para que el apicultor pueda localizarlas rápidamente. Las abejas son seres muy gregarios, de modo que permanecen al lado de su abeja reina.
Todos tenemos en la mente la imagen del apicultor enfundado en un traje blanco, rociando de humo la colmena para expulsar a las abejas. Asustadas y furiosas, naturalmente, intentarán defenderse, pero en vano. El apicultor aprovecha para extraer las placas de las cajas para retirar (robar) la miel y luego se vuelven a colocar. En todo este proceso se masacran cientos de abejas.
Cada colmena sufre este proceso hasta que la “producción” decrece, y en ese momento, del mismo modo que ocurre con vacas o gallinas, son desechadas o asesinadas, siendo habitual hacerlo prendiendo fuego a la colmena con ellas dentro.
El consumo de miel implica la manipulación, explotación y sufrimiento de estas criaturas fascinantes. Hay que entender que una sola abeja sólo produce, a lo largo de toda su vida, una décima parte de una cucharilla de café. Una cucharada de miel es el producto del trabajo de 10 a 15 de estos animales en toda su vida. Es un proceso largo y laborioso. Su miel es fruto de su trabajo colectivo.
Ahora imagina…. Tu madre, tu abuela, madrugan para ir a recolectar bayas y frutas al campo. Las recogen, las transportan, limpian, pelan, añaden azúcar y cuecen. Cuando tienen hechas sus mermeladas y confituras, vienen unos señores y se las roban.
Esto es lo que hacemos con las abejas.
Los animales sean de la especie que sean no necesitan que se regule su explotación sino que ésta sea abolida, al igual que se abolió la esclavitud humana. (Al menos, legalmente)
The Kingdom of the Bees
William Shakespeare
So work the honey-bees
Creatures that, by a rule in Nature, teach
The art of order to a peopled kingdom
They have a king, and officers of sorts;
Where some, like magistrates, correct at home;
Others, like merchants, venture trade abroad;
Others, like soldiers, armed in their stings,
Make boot upon the Summer’s velvet buds;
Which pillage they with merry march bring home
To the tent-royal of their emperor;
Who, busied in his majesty, surveys
The singing masons building roofs of gold;
The civil citizens kneading-up the honey;
The poor mechanic porters crowding-in
Their heavy burdens at his narrow gate;
The sad-eyed justice, with his surly hum,
Delivering o’er to executors pale
The lazy yawning drone.
William Shakespeare
Henry V, Act 1, Scene 2
Así trabajan las abejas;
criaturas que, por la ley natural, enseñan
el arte del orden a las poblaciones de los reinos.
Tienen un rey y oficiales de diversos grados;
donde algunas, como magistrados, corrigen en casa;
Otras, como los comerciantes, se aventuran a comerciar en el extranjero;
Otras, como soldados, armados con sus aguijones, saquean los tesoros de los capullos de terciopelo del verano;
y marchando alegres transportan su botín a casa,
a la tienda real del emperador,
quien, ocupado en su majestad, vigila
a los albañiles que cantando construyen los techos de oro, a los cívicos ciudadanos que amasan la miel,
a los pobres artesanos cargadores que se apiñan
con sus pesados fardos delante de la estrecha puerta,
y al juez, de mirada triste que, con su áspero zumbido, ofrece a los pálidos verdugos
los perezosos y soñolientos zánganos.
ODA A LA ABEJA Pablo Neruda
MULTITUD de la abeja! Entra y sale del carmín, del azul, del amarillo, de la más suave suavidad del mundo: entra en una corola precipitadamente, por negocios, sale con traje de oro y cantidad de botas amarillas. Perfecta desde la cintura, el abdomen rayado por barrotes oscuros, la cabecita siempre preocupada y las alas recién hechas de agua: entra por todas las ventanas olorosas, abre las puertas de la seda, penetra por los tálamos del amor más fragante, tropieza con una gota de rocío como con un diamante y de todas las casas que visita saca miel misteriosa, rica y pesada miel, espeso aroma, líquida luz que cae en goterones hasta que a su palacio colectivo regresa y en las góticas almenas deposita el producto de la flor y del vuelo, el sol nupcial seráfico y secreto! Multitud de la abeja! Elevación sagrada de la unidad, colegio palpitante! Zumban sonoros números que trabajan el néctar, pasan veloces gotas de ambrosía: es la siesta del verano en las verdes soledades de Osorno. Arriba el sol clava sus lanzas en la nieve, relumbran los volcanes, ancha como los mares es la tierra, azul es el espacio, pero hay algo que tiembla, es el quemante corazón del verano, el corazón de miel multiplicado, la rumorosa abeja, el crepitante panal de vuelo y oro! Abejas, trabajadoras puras, ojivales obreras, finas, relampagueantes proletarias, perfectas, temerarias milicias que en el combate atacan con aguijón suicida, zumbad, zumbad sobre los dones de la tierra, familia de oro, multitud del viento, sacudid el incendio de las flores, la sed de los estambres, el agudo hilo de olor que reúne los días, y propagad la miel sobrepasando los continentes húmedos, las islas más lejanas del cielo del Oeste. Sí: que la cera levante estatuas verdes, la miel derrame lenguas infinitas, y el océano sea una colmena, la tierra torre y túnica de flores, y el mundo una cascada, cabellera, crecimiento incesante de panales! |
6 mayo 2020 a las 21:37
La cantidad de vitaminas y minerales en la miel es irrisoria. Legalmente, para poder afirmar que un alimento es “fuente” de una vitamina o mineral, 100 gramos de dicho alimento tienen que cubrir como mínimo el 15 por ciento de las recomendaciones, tal y como detalla con mucho criterio el dietista-nutricionista y biólogo Juan Revenga (@juan_revenga) en su blog. Para cubrir el 15 por ciento de las recomendaciones de cualquier nutriente con miel deberíamos tomar no 100 gramos, sino muchísimo más. Veamos dos ejemplos. El contenido de vitamina B1 de la miel es cero miligramos. El contenido en vitamina B3 de la miel es 0,121 miligramos, supone el 0,8 por ciento de las recomendaciones. Es decir, deberíamos tomar casi dos kilos de miel cada día para cubrir el 15 por ciento de las recomendaciones. Te aconsejo encarecidamente que no lo hagas.
Además de vitaminas y minerales, hay quien afirma que la miel tiene propiedades “sanadoras”. Los pocos estudios que han evaluado este punto no sustentan dichas supuestas propiedades, y eso tras obligar a los voluntarios a tomar ingentes cantidades de miel. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA en sus siglas en inglés), considera que la miel no produce ninguno de estos beneficios que le otorgan muchos terapeutas alternativos, vendedores de miel o productores.
1 julio 2020 a las 21:21
Durante años una determinada industria que había perdido mucho mercado debido al bajo precio del azúcar, nos hizo creer en los efectos milagrosos de la miel. La ignorancia y el afán de creer en nuevas fábulas consiguió que se incrementara la producción de miel, convirtiéndose en el nuevo «crece pelo» curalotodo.
Está demostrado que esos efectos mágicos de la miel son falsos.