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¿Qué obtenemos de los animales domésticos de granja?
Pega las fotos de dos animales de granja y escribe qué obtenemos de ellos y qué hacemos.
Ejemplo
Nombre del animal: oca
Nos da: huevos, carne, plumas
Hacemos: tortillas, guisados, patés, edredones
Esto es una tarea de una clase de primaria en un colegio público de la población de Vilassar de Mar, Barcelona, realizada el curso escolar 2018-2019.
La atrofia del autor de la ficha y del maestro ante la falta de consideración y compasión por los demás seres sintientes es preocupante.
Lamentablemente, ya desde la escuela se inculca la idea de que ciertos animales no existen por derecho propio, sino que están ahí para satisfacer al ser humano.
Los valores que se transmiten a las futuras generaciones es que los animales están para su uso y abuso, que es lícito explotarlos y que su maltrato es legal, normal y necesario.
Este maestro o maestra sorprendentemente todavía no ha visto los miles de vídeos, informaciones y denuncias que existen sobre la terrible práctica de atrofiar el hígado de las ocas y sobre la aberrante industria de la pluma.
Este maestro o maestra posiblemente no se ha enterado que desde 2018 la RAE incluye esta entrada en el diccionario:
especismo
De especie e -ismo, por adapt. del ingl. speciesism.
1. m. Discriminación de los animales por considerarlos especies inferiores.
2. m. Creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlos en beneficio propio.
Cuán desdichada es nuestra raza,
Condenada a esclavitud y desgracia.
¿Es nuestro destino ser esclavos,
puesto que nuestros padres ya cadenas llevaron?
Considerad, amigos, vuestra fuerza y poderío;
para hacer valer vuestro libre albedrío.
Enjaezados para arrastrar el pesado carruaje dorado,
la soberbia del hombre es nuestro oprobio.
¿Fuimos creados para el duro trabajo diario?
¿Para arrastrar el arado por el barro?
¿Para sudar el arnés en la vereda?
¿Para gemir bajo la carga que nos quiebra?
Cuán débil es la raza de dos piernas,
y qué magna nuestra fuerza.
¿Debemos someter nuestros nobles belfos a la espuma indigna
y crujir de dientes con ira?
¿Con qué derecho cabalga engreído sobre mí el humano?
¿Y con su espuela hacerme sangrar los costados?
Impídelo, por los cielos, rechaza las riendas.
Clamemos por nuestra libertad,
y, ante nuestro nombre, que empiece a temblar.
John Gay, The Council of Horses (1727) trad. Luisa Claver
Cuando hay discriminación a menudo existe explotación.
y recuerda: no, no, no y no
Qué es el especismo y por qué deberíamos rechazarlo
Supongamos que no supiésemos si fuéramos a nacer como seres humanos o como animales de otras especies: ¿qué clase de mundo elegiríamos?
Óscar Horta
Cada vez más gente entiende que todos los seres humanos deberíamos recibir pleno respeto. A menudo se asume que esto debería ser así por el simple hecho de que somos humanos. Pero, en realidad, la mera pertenencia a una determinada especie es más que nada una clasificación biológica. No es lo que determina que nos puedan dañar. Lo relevante para esto último es algo mucho más simple: nuestra posibilidad de sentir y sufrir. A esto es a lo que se llama también sintiencia. La sintiencia es la capacidad de tener experiencias, que pueden ser positivas, como el disfrute, o negativas, como el sufrimiento.
Ahora bien, esta capacidad no la poseen exclusivamente los seres humanos. También la tienen muchísimos otros animales. Sin embargo, se asume habitualmente que únicamente los seres humanos merecen nuestra consideración. Como consecuencia, los animales (o, más bien deberíamos decir, los animales no humanos) son tratados como cosas. Son explotados diariamente de las formas más terribles. Y se les deja sufrir a su suerte cuando están en situación de necesidad, sin preocuparnos por darles ayuda.
¿Cómo puede justificarse esta actitud? Muchas veces se afirma que los animales no merecen consideración porque esta solo ha de darse a quienes poseen unas capacidades intelectuales complejas. Pero quienes defendemos que se respete plenamente a todos los seres humanos debemos rechazar este argumento discriminatorio. Los seres humanos con diversidad funcional intelectual significativa, así como los bebés que sufren alguna enfermedad terminal, merecen exactamente el mismo respeto que cualquier otro ser humano, pues pueden sufrir por igual. Asimismo, en otras ocasiones se afirma que solo hemos de respetar a los seres humanos porque únicamente sentimos estima por ellos. Pero la estima tampoco es un criterio justo. Una niña huérfana, sin nadie que la quiera y proteja, necesita y merece el mismo respeto que otra rodeada de seres queridos.
En contraste, hay un método sencillo para juzgar de forma ecuánime a quién deberíamos respetar. Entendemos normalmente que la justicia requiere imparcialidad. Pensemos, pues, en lo siguiente. Supongamos que no supiésemos si fuéramos a nacer como seres humanos o como animales de otras especies: ¿qué clase de mundo elegiríamos? Bajo tales condiciones de imparcialidad, si pensásemos honestamente, seguramente escogeríamos un mundo en el que se respetase a los animales. Esto indica que la actitud de desconsideración hacia estos no está justificada.
Estas razones han llevado a que cada vez más personas vean tal actitud como una forma de especismo. Con este término, acuñado ya hace medio siglo, se llama a la discriminación de quienes no pertenecen a una cierta especie. La idea de que deberíamos rechazar el especismo es todavía novedosa. Por ello, y porque cuestiona el provecho que obtenemos del sufrimiento animal, es aún fácil de ridiculizar. Pero lo que importa no es eso, sino que es también una idea muy difícil de rebatir. Y ese es el motivo por el cual el rechazo del especismo y la defensa de los animales han llegado para quedarse.
Óscar Horta es profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Santiago de Compostela y autor del libro ‘Un paso adelante en defensa de los animales’ (Plaza & Valdés, 2017).
EL PAÍS 17 MARZO 2019
2 junio 2020 a las 12:00
La enseñanza es la base de la sociedad y me preocupa que haya enseñantes tan abúlicos, con tan nula consideración por el avance de una conciencia en sus alumnos, que todavía utilicen fichas -porque son incapaces de una mínima creatividad- de hace 30, 40 o 50 años. Son maestros que no merecen ese nombre porque son incapaces de ponerse al día y ver que el avance social radica en cultivar la sensibilidad hacia los demás seres de la naturaleza, en respetarlos, admirar sus capacidades y su diversidad; pero sobre todo en acabar con ese egoísmo, causa de tantos males, que es creer que todo lo que hay en la naturaleza está para que el hombre saque provecho de ello.
7 julio 2020 a las 12:53
Para mí, la cuestión de las granjas de explotación de animales es el mismo que el de la explotación agrícola intensiva, hoy por hoy no son un instrumento para alimentar a la población sino, únicamente, un instrumento para que un grupo minúsculo de personas, obtengan enormes beneficios económicos y de poder.
Es decir, para el sistema capitalista, todo, todo es objeto de avaricia, codicia y beneficio.
21 diciembre 2022 a las 21:00
Thank you for great information. I look forward to the continuation.