Aquí una reflexión (algo enfurecida) a quien pueda interesar.
Si un día todas las protectoras de España se plantaran y como protesta soltaran a la calle a todos los perros y gatos, seguramente habría que sacar al ejército a la calle.
Las protectoras de España viven de las donaciones particulares, recaudaciones benéficas y poco, apenas nada, de ayudas públicas. Hacen una labor voluntaria encomiable en cada gran o pequeño municipio de nuestro país, ahorrándole a los Ayuntamientos grandes dolores de cabeza.
También les ahorran grandes cantidades de dinero, salvándoles el culo en rescates y no cobrarles por salvar a un animal lo que les cobraría una perrera municipal por matarlos. Pero pocos son los Ayuntamientos que ayudan, que ceden terrenos para que puedan estar en condiciones dignas.
Si un día todas las protectoras de España se plantaran y como protesta soltaran a la calle a todos los perros y gatos, seguramente habría que sacar al ejército a la calle. Hablamos de más de 200.000 perros (que se sepa) los abandonados y hacinados en ellas. Pero no lo harán.
¿Y sabéis por qué no lo harán? Porque la gente que trabaja y se deja la piel en las protectoras son amantes de lo que hacen. Su vocación no les dejaría hacer tal locura. Las instituciones lo saben. Saben que seguirán enmendando la plana de esta “incultura” animal que existe en España.
Es como con el personal sanitario en este país. A pesar de las precarias condiciones de trabajo, siguen al pie del cañón porque su vocación no les permite dejar tirados a los pacientes. Y así funcionan las protectoras…
Enmendando la plana a personas “irresponsables” que no esterilizan a su mascota por miedo a que no se sienta plena o vete tú a saber qué y cruzarla con la del vecino y tener 8 crías que a ver dónde coño metes (os lo digo…en una caja y a la puerta de una protectora, gran parte de las veces)
Enmendando la plana de criadores sin escrúpulos que explotan y malvenden crías sin control de nada, bajo mesa, en una tienda o en cualquier foro de internet.
Enmendando la plana de niños caprichosos cuyos padres irresponsables regalan un ser vivo sin saber que se hartará en dos días y lo abandonarán en un campo o en la puerta de una protectora, en el mejor de los casos.
Enmendando la plana de cazadores que abandonan a sus podencos galgos “a puñados”, (cuando no los ahorcan o pegan un tiro en la cabeza) porque solo le importa la rehala que le es provechosa.
Y enmendando la plana de unas leyes políticas que siempre desfavorecerán a los animales con las que resulta súper barato torturar, abandonar y matar a perros y gatos. Así que, a quien competa, hagámosle la vida más fácil a estas protectoras. La solución es política y educacional.
Gracias a tod@s l@s voluntari@s de protectoras, casas de acogida, y amantes de los animales que con vuestros actos educáis a un país con el ejemplo y el amor a nuestros animales. No os rindáis porque no estáis solos. Si ellos no tienen voz, nosotros nos quedaremos roncos.
Nos sentaremos con quien haga falta para quitarnos esta vergonzosa etiqueta de ser el país de Europa con mayor abandono animal.
Gracias por leerme. Un beso a todos.
Pablo Neruda
Mi perro ha muerto.
Lo enterré en el jardín
junto a una vieja máquina oxidada.
Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación, su nariz fría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro
creo en el cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no entraré, pero él me espera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.
Ay no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero
que para mí jamás fue un servidor.
Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independiente
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba contra mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba dándome la atención necesaria
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca,
y sin pedirme nada.
Ay cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas del mar,
en el Invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasando de pájaros glaciales
y mi perro brincando, hirsuto,
lleno de voltaje marino en movimiento:
mi perro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.
Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más,
con el absolutismo de la naturaleza descarada.
No hay adiós a mi perro que se ha muerto.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.
Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.
Jorge Luis Borges A un gato
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
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