Este deplorable eufemismo es desgraciadamente una actividad lúdica cada vez más extendida en nuestro país. Quizás a causa del aumento de la sensibilización hacia el maltrato animal, esta práctica contribuye a la tranquilidad de espíritu de los que optan por este “pasatiempo”.

Los niños a los que se les inculca esta actividad se vuelven insensibles a los sentimientos de compasión, dolor y sufrimiento y puede verse comprometido su desarrollo emocional. Joaquín Phoenix narra una dolorosa experiencia de pesca de la que fue testigo cuando tenía tres años y que le marcó profundamente al ver a un ser luchando por su vida e intentar respirar desesperadamente.

Los peces, después de haber sido capturados y fuera de su medio acuático, con la consiguiente agonía al no poder respirar, son arrojados de nuevo al agua, pero llevan la herida del anzuelo y muchos no sobreviven y si lo hacen quedan con un grado de invalidez que puede ser permanente, lo que les matará igualmente.

La gente quiere recuperar el anzuelo y para hacerlo meten los dedos o incluso un par de alicates en la garganta de los peces. Con esta salvajada, al extraer el anzuelo, se les extirpa parte de la garganta y otros órganos, causándoles una muerte atroz.

Cuando el pez es extraído del agua su capa externa queda dañada y si vuelve a su medio queda muy debilitado ya que sus escamas le protegen contra bacterias, hongos y parásitos.

Una vez capturados y fuera del agua:

1. Los peces sufren un choque térmico, que en muchos casos, les produce la muerte.

2. Descompresión de la vejiga natatoria.

Los peces que son sacados rápidamente desde aguas profundas a la superficie muestran daños internos producidos por la distensión de la vejiga natatoria que ha sido sometida a fuertes variaciones de presión.

Algunos efectos de la descompresión son vejiga natatoria inflada en exceso o rota, incapacidad del pez para sumergirse de nuevo, ojos protuberantes o fuera de las órbitas, embolia, profusión de órganos internos que salen por la boca, hemorragias internas y externas, y muerte.

Esta actividad además de ser una práctica cruel utiliza animales para un fin meramente lúdico.

¿Qué sienten los peces?

¿Sabías que de todos los animales que matan los humanos, los peces son los más significativos en número? ¡En todo el mundo, se capturan hasta 3 billones de peces del mar y se crían hasta 160 mil millones en granjas para el consumo humano! Los peces son los animales más olvidados y no hay preocupación por su bienestar. Parte del problema es la dificultad de comunicación entre los peces y los humanos. No tienen expresiones faciales que podamos entender o no gritan ni hacen sonidos perceptibles para el oído humano. Sin embargo, los peces son animales sensibles y conscientes, y tienen la capacidad de experimentar placer y dolor. Aprenden, juegan, cuidan de sus crías, usan herramientas y colaboran entre ellos.