Fragmentos de Filosofía ante la crisis ecológica


Marta Tafalla

No hay escapatoria. No tienes opción. Si eres un cerdo, tu única función es engordar, ser transportado al matadero en un camión abarrotado, observar con terror como matan a otros animales antes que a ti y ser finalmente matado y consumido. Existes para eso. Tu identidad te condena a eso. La única alternativa a ser comido sería que te usaran en experimentación. Se experimenta con cerdos para averiguar cómo hacerlos engordar más rápido. También te podrían usar para experimentos médicos en los que se perfeccionan técnicas quirúrgicas o para la investigación sobre trasplante de órganos. Y los ejércitos usan cerdos en experimentos militares para probar las nuevas armas que inventan y observar el tipo de heridas que producen. Si eres cerdo, no puedes ser libre y vivir tu vida como quieras. Por supuesto que no tienes derecho a elegir, ¿quién te has pensado que eres? Solo eres un animal. Eres irracional, como todos los animales. No tienes espíritu ni dignidad. Y además los cerdos sois sucios y estúpidos. No merecéis más de lo que tenéis. Estás aquí para ser comido, para ser usado, para estarte quieto en tu jaula. Si eres cerda, los hijos que tengas y amamantes en tu jaula, serán comidos. No, tampoco tus hijos tienen alternativa. No hay manera de escapar. Las leyes lo impiden. Las leyes se imponen por la fuerza de la violencia. Si te resistes, te matarán.

Si naces caballo, eres un animal de trabajo. Te pasarás la vida tirando de carros cargados de humanos y sus mercancías, por mucho que te duelan las patas o por mucha hambre, sed o calor que tengas. O te usarán para que niñas y niños aprendan a montar y se acostumbren así a ejercer su dominio sobre las otras especies: te harán dar vueltas y vueltas y más vueltas al mismo recinto como si fueras un tiovivo. O te explotarán en carreras y exhibiciones ganando montones de dinero con tu esfuerzo y dolor. Incluso te drogarán para aumentar tu rendimiento. Pasarás la mayor parte del tiempo atado y encerrado. Sin poder decidir a dónde ir, sin poder echar a correr cuando te apetece, sin poder comerte aquellas matas de hierba unos metros más allá, sin poder relacionarte con tus congéneres cómo y dónde quieras. Querrías acercarte a aquella yegua que está en la otra cuadra, pero no puedes, estás encerrado y ella también. Querrías jugar, querrías tomar el sol, querrías echarte en la hierba, pero tus amos no te lo permiten. Observarás asustado y entristecido como pegan con brutalidad a aquel caballo ya anciano por el que sientes afecto, pero no podrás ayudarle. Sentirás frustración y más frustración y más frustración. Tus antepasados fueron libres y salvajes, su sabiduría sigue viva en tu memoria de especie, pero no puedes usarla. Estás atrapado. Cuando envejezcas y ya no seas capaz de trabajar, te enviarán al matadero, donde tendrás una muerte atroz.

Si eres un atún nadando en el océano, eres un animal fuerte y poderoso. Nadas a gran velocidad y te sumerges en las profundidades. Sigues tus instintos y tratas de hacer lo que tu naturaleza te dice que hacen los atunes. Pero un barco te ha tendido una trampa allá delante y pese a tu fortaleza no podrás escapar. Morirás tras un largo rato de asfixia. Morirás rodeado de otros cuerpos que agonizan, fuera de tu mar, del que te han arrancado, mientras los pescadores ríen.

Eres un ciervo y correteas entre robles y encinas. Crees que eres libre, pero no es cierto. Te observan año tras año. Cuando tus cuernas sean lo suficientemente grandes y poderosas, te matarán por ellas. Esas cuernas que te crecen cada año para exhibir tu salud y tu belleza y entregarte a los ritos de la fertilidad: por ellas te matarán. Esas cuernas que luego caen solas cada año y cuyos minerales nutren la tierra y alimentan a los árboles. Por ellas te matarán. Mientras te crees libre, ellos te están mirando y calculan cuándo te dispararán. Ellos deciden cuánto tiempo te queda. Negocian cuánto vale tu vida. Luego colgarán tu cabeza en su salón.

Conejo, corzo, jabalí, perdiz, león, tigre: acabáis de nacer y os damos la bienvenida a la granja cinegética que usa a vuestras madres como productoras involuntarias de futuras víctimas. Ahí creceréis encerrados, sin posibilidad de desarrollar vuestras capacidades naturales. Cuando a vuestros dueños les convenga, os soltarán en un pedazo de campo, que veréis por primera y última vez. Como nunca habéis vivido libres y salvajes, seréis presa fácil para los cazadores que pagan por acribillaros. Moriréis sin haber entendido nunca el mundo tan extraño que os ha tocado vivir. Quienes os maten creerán que han tenido una aventura emocionante y peligrosa, que son muy valientes, que son muy listos, que son poderosos. Reirán y se emborracharán. A veces van tan borrachos que se disparan entre ellos.

Alce, por aquí no puedes pasar, los humanos hemos puesto una valla. Jaguar, por ahí no hay camino, hemos construido un muro. Lobo, si cruzas la carretera te atropellarán. Zorro, si entras en la autopista estás muerto. Erizo, ¿a quién se le ocurre pararse en mitad de un camino por el que circulan a toda velocidad las motos de los domingueros? Ranas, sapos y salamandras, ¿es que no entendéis lo que es una pista forestal? Águila perdicera, cuidado con los tendidos eléctricos, podrías electrocutarte.

Búho, presta atención a esa alambrada, podrías quedar atrapado y agonizar durante días. Buitre que has visto un animal atropellado y quieres bajar a comértelo, ten cuidado, son las vías del tren de alta velocidad y podría arrollarte a ti también. Salmones, no podéis remontar el río porque hemos construido una presa. Gamos, no bajéis a beber al río porque lo hemos canalizado con paredes verticales de hormigón, y si os caéis y os ahogáis, os consideraremos basura y discutiremos si el agua sigue siendo potable para uso humano, porque el agua es nuestra. 

Tortuga, si te comes esa bolsa de plástico que flota en las aguas de tu océano, te hará enfermar. No te comas tampoco esas pajitas, ni esos vasos de plástico, ni esos fragmentos de globos de colores: vienen todos de una fiesta nocturna en la playa, de gente que celebraba y cantaba feliz, pero a ti te acabarán matando. Ballena, ten cuidado de que tu cría no se quede atrapada en esas redes de pesca abandonadas o la verás morir sin poder ayudarla. Cigüeña, no te lleves esas cuerdas a tu nido, tus polluelos podrían enredarse con ellas. Torcaz, echa de tu nido esas anillas de plástico que servían para unir latas de cerveza, o tus crías acabarán enredándose con ellas y no lograrás liberarlas.

Chimpancé, has sido secuestrado para ser explotado en un circo. Para conseguirte a ti han matado a toda tu familia y recordarás su muerte atroz durante el resto de tu existencia. Te obligarán a actuar en la pista disfrazado, te enseñarán tus números a golpes, vivirás aterrorizado cada uno de tus días. Orangután, serás exhibido en un zoo a miles de kilómetros de tu hogar, un zoo que hará todo lo posible para que dejes embarazada a una orangutana, y luego publicitará las fotos de la cría con el fin de conseguir más visitantes y ganar más dinero. Elefanta, secuestrada desde que eras un bebé, crecerás en un circo, pero como eres tan torpe e incapaz de aprender tu parte del show, te venderán a un zoo; allí harás amistad con otra elefanta que te tratará con afecto, pero la trasladarán a otro zoo porque los animales sois cromos que los zoológicos se intercambian según les conviene y apetece, y a ti te dejarán completamente sola en un foso de hormigón donde te volverás loca. Tigre, serás la mascota en el zoo privado de un mafioso, que te alimentará tan mal que acabarás enfermo. Cocodrilo, ahora perteneces a la colección de un señor de la droga, que te mantendrá en una piscina inmunda mientras su mujer le ruega que te mate para usar tu piel. Macaco, tú y tu familia habéis sido secuestrados por una empresa que se dedica a la experimentación: pasaréis el resto de vuestra vida sin volver a ver la luz del sol, vuestros cuerpos convertidos en herramientas. Os harán enfermar a propósito, os provocarán dolor y medirán vuestro dolor. A algunos os harán adictos a drogas, alcohol y tabaco para comprobar sus efectos. Luego publicarán artículos donde hablarán de vuestro dolor y dirán que gracias a vuestro dolor la ciencia ha progresado. A los científicos que os usan les mejorarán su contrato y les subirán el sueldo. Nadie tendrá con vosotros el menor gesto de empatía. Los investigadores que os utilizan se reirán de la palabra compasión.

Millones de animales salvajes seréis comprados y vendidos, enviados de un país a otro, miles muriendo por el camino, para ser exhibidos en zoos, circos, colecciones privadas, para ser usados en televisión y cine, para ser reducidos a herramientas de experimentación. Así troceamos y desordenamos el mundo natural pedazo a pedazo. Así desvalijamos y desballestamos el tejido de la vida. No importa que los animales salvajes sean quienes hacen funcionar los ecosistemas y que sin ellos los ecosistemas se degraden. No importa tampoco que sean seres inteligentes y emocionales. A los humanos no les importa, siguen adelante en su proyecto ecocida y suicida.

Si eres un insecto, te considerarán un estorbo, una plaga, una cosa sucia y asquerosa, te darán un pisotón, un manotazo, te rociarán con insecticidas. No importa que los insectos sean quienes tejen los hilos de la vida, polinizando plantas, alimentando pájaros o simplemente añadiendo belleza al mundo. Los insectos polinizadores son, junto con los colibríes y el viento, los mensajeros de las relaciones amorosas vegetales, y para ellos han creado las plantas, durante decenas de millones de años de festiva coevolución, miles de flores distintas, cada una de un color, de una forma diferente, con un perfume propio, todas seductoras y embriagadoras. ¿No es hermoso ver y escuchar a los diminutos mensajeros alados llevando el polen de unas flores a otras? No, a los humanos no les interesan esas tonterías.

Si eres un ser humano, tienes una oportunidad que no puedes dejar escapar: si destruyes pedazos de vida, podrás hacerte muy rico. Y con tu riqueza todavía podrás destruir más vida y hacerte aún más rico y así sucesivamente. Puedes convertir los tiburones en dinero, las sardinas en dinero, los rinocerontes en dinero, los ratones en dinero, los visones en dinero, las mariposas en dinero, las sepias en dinero, los caimanes en dinero, las ranas en dinero, las langostas en dinero, las perdices en dinero, los loros en dinero, los jilgueros en dinero. Alquimia. Transmutación de las substancias. Magia. Cualquier especie animal puede convertirse en dinero. Lo cual significa: todas las especies animales pueden ser aniquiladas. ¿Cuántos años necesita el ser humano para extinguir a las otras especies animales? ¿Cuántos años necesitaría para exterminar toda la red de vida que conforma la biosfera? ¿En cuántos años lo logrará? ¿Cuántos años nos quedan?

Marta Tafalla, Filosofía ante la crisis ecológica (Plaza y Valdés, 2022)